El primer enfrentamiento entre Donald Trump y su administración con Latinoamérica ya ocurrió, pero no fue con México ni Panamá, como muchos esperaban tras las declaraciones recientes de Trump, sino con otro de sus aliados históricos en la región: Colombia. Este choque se produjo cuando el gobierno colombiano decidió no recibir dos vuelos con migrantes ilegales deportados desde Estados Unidos el domingo 26 de enero. Este rechazo desató un enfrentamiento entre la Casa Blanca y la Casa de Nariño que escaló rápidamente. Aunque finalmente el gobierno colombiano cedió ocho horas después, este incidente merece un análisis más profundo, ya que podría repetirse en otros países latinoamericanos.
Uno de los puntos más relevantes de esta discusión no son solo las medidas tomadas, sino la velocidad con la que la administración Trump reaccionó. Las tres acciones inmediatas implementadas fueron: la suspensión de nuevas visas, la anulación de visas para el presidente, su familia y altos funcionarios del gobierno, y la imposición de aranceles del 25% a los productos colombianos, con la amenaza de aumentarlos al 50% en una semana si la situación no se resolvía. Un factor que aumentó la tensión y aceleró el conflicto fue la presencia de dos presidentes muy activos en redes sociales, como Petro y Trump, lo que llevó a una serie de publicaciones que solo intensificaron la disputa.
Además, aunque no está claro el alcance exacto, se sabe que existían medidas que involucraban al sector financiero y empresarial a través de la Ley IEEPA (International Emergency Economic Powers Act), que permite al gobierno de Estados Unidos imponer sanciones a países que considera una amenaza para su seguridad nacional, política exterior o economía. Estas sanciones se han aplicado a países como Rusia, Corea del Norte, Irán, Sudán, Cuba y Venezuela, y pueden incluir medidas como la congelación de activos de individuos, empresas o entidades gubernamentales en EE. UU., la restricción de transacciones bancarias con bancos colombianos en el sistema financiero estadounidense y la prohibición de acceso a financiamiento multilateral.
La exposición de Colombia
Para comprender la magnitud de las implicaciones de estas sanciones para Colombia, el gráfico muestra cómo las exportaciones colombianas están fuertemente concentradas en Estados Unidos. A noviembre de 2024, este país representaba el 29% de las exportaciones de Colombia, equivalentes a $13.106 millones de dólares FOB. Del mismo modo, las importaciones colombianas también están altamente concentradas, con un 25% de ellas provenientes de Estados Unidos. Esto indica que, en una posible guerra comercial, no solo se vería afectado el comercio por el aumento de aranceles a las exportaciones colombianas, sino también por una posible respuesta de Colombia con aranceles más altos a los productos estadounidenses. Este escenario podría generar presiones inflacionarias y obstaculizar la política de reducción de tasas del Banco de la República.
Gráfico. Elaboración propia. Datos Investing y DANE
Pero el comercio no es la única vulnerabilidad de Colombia. En el gráfico de la derecha se pueden ver dos activos muy sensibles a la percepción de riesgo de los inversionistas, tanto locales como externos: el dólar y los bonos del gobierno, conocidos como TES. Aunque el dólar abrió al alza y luego corrigió esto se da por que el evento ocurrió un domingo, cuando el mercado estaba cerrado. Sin embargo, el impacto en los bonos fue más marcado, con un aumento en la tasa de los TES a vencimiento de 2032, que llegó al 11%. Este aumento es particularmente relevante en un contexto donde la participación de fondos extranjeros en estos títulos ha ido disminuyendo, pasando del 26.18% en diciembre de 2022 al 21.60% en 2023, y al 17.67% a finales de 2024.
Como era de esperarse, uno de los temas más importantes para la región es la combinación de dos fuerzas que impactan a la Casa Blanca, especialmente en relación con los objetivos de Donald Trump: por un lado, el control de la migración y, por otro, la reducción de la influencia de China. Un ejemplo es el caso de Brasil, un actor clave en América Latina, que en 2008 vio cómo Estados Unidos dejó de ser su principal socio comercial y fue reemplazado por China, lo que demuestra que la diversificación de mercados es posible. Sin embargo, existen países como Colombia que siguen teniendo una alta concentración de sus exportaciones hacia Estados Unidos, lo que implica que, a nivel regional, el 45% de las exportaciones latinoamericanas siguen teniendo ese país como principal destino.
En este contexto, el enfrentamiento entre la Casa de Nariño y la Casa Blanca sirvió para que Trump demostrara el alcance de su poder de negociación, enviando un mensaje claro al mundo sobre las consecuencias de bloquear su política migratoria. Esto generó un conflicto que no beneficia a Colombia, especialmente al actual presidente.
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