Lo que empezó como una política de recorte de impuestos anunciados a finales de septiembre en Inglaterra, terminó generando una fuerte reacción de temor entre los inversionistas. La Libra Esterlina llegó a tocar sus niveles mínimos de todos los tiempos de 1,03 dólares el 26 de septiembre, representando una caída de alrededor 5% en tres días. Además de convertirse en una pesadilla de credibilidad para la nueva Primera Ministra inglesa Liz Truss, la medida no solo afectó a la Libra, sino que disparó una venta masiva de gilts o bonos públicos, como puede verse en el gráfico. Incluso el Banco de Inglaterra se vio obligado a efectuar un Quantitative Easing (Expansión Cuantitativa) temporal como plan de choque para estabilizar este mercado.
En política económica, evaluar correctamente el timing es un factor crucial y esta medida falló en tener en cuenta que ese país atraviesa una situación coyuntural difícil, en especial con el invierno acercándose en medio de dudas sobre la capacidad de generación eléctrica para enfrentarlo y sus altos costos asociados. La principal crítica a la propuesta del gobierno es que, si bien un recorte de impuestos podría en ciertos casos impulsar la economía también puede afectar la estabilidad fiscal en el corto plazo. Entre las medidas tomadas, una de las que causó mayor rechazo fue la de detener los aumentos a los impuestos corporativos que se tenían planeados, en especial a la luz que podría beneficiar a las personas de mayores ingresos.
Gráfico 1: Elaboración propia. Datos Bloomberg
La lógica detrás de esta jugada del gobierno inglés se centra en adelantarse a una posible recesión al fortalecer el aparato productivo de la economía reduciendo la carga impositiva a las empresas, lo que constituye una política fiscal expansiva. Sin embargo, como se mencionó arriba, el fallo fue en no entender el contexto, iniciando con un nivel de precios de 9,9% anual en agosto que continúan en los niveles más altos del siglo y con una expectativa de acuerdo a encuestas de Bloomberg, de cerrar el año en 9,0% y el 2023 en 6,5%.
Pero el factor que fue el catalizador de la reacción de los mercados es el alto nivel del déficit fiscal heredado de los gastos derivados de la pandemia, que venía marcando 13,1% del PIB para 2020 y 7,40% para 2021, con una expectativa de continuar la reducción a 5,4% este año y 5,0% el otro. Así que el anuncio de reducir los ingresos fiscales por medio de un plan de recorte termina transmitiendo mucha preocupación sobre la estabilidad fiscal del país. Adicionalmente, la intervención del Banco de Inglaterra para estabilizar el mercado de bonos a través de un programa de QE, envía una señal confusa de política monetaria ya que mientras por un lado en septiembre realizó un aumento de 50 puntos básicos en su tasa llevándola de 1,75% a 2,25% lo que es política monetaria contractiva, la compra masiva de títulos genera el efecto contrario.
Finalmente, ante el impacto en los mercados y la opinión pública, una semana después el gobierno de Liz Truss se vio obligado a revertir todo el plan inicial lo que devolvió algo de calma a los mercados y permitió a la libra fortalecerse y la tasa yield de los gilt revertir su tendencia. Además, para el próximo 23 de noviembre el jefe del tesoro Kwasi Kwarteng ha prometido presentar un plan de fiscal de mediano plazo y unas proyecciones económicas realizadas por la entidad independiente Office for Budget Responsibility, lo que será el evento a seguir para evaluar las expectativas de sostenibilidad fiscal del gobierno inglés en el corto plazo.
Seguir la recepción de este plan es crucial para evaluar el impacto del daño a la imagen pública Liz Truss y la unidad de su partido conservador. Ya que de darse esto, su efectividad para implementar reformas y políticas en medio de una expectativa de crecimiento de 3,5% para este año y de -0,3% para 2023 ha quedado en entredicho en especial ahora que la situación inglesa se pone más compleja con la llegado del invierno.
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