El duelo de las inversiones: ¿Oro o S&P 500?
Cuando se trata de invertir, la elección del activo es fundamental, pero también lo es el horizonte temporal. En esta columna analizaremos dos clases de activos clave desde una perspectiva de largo plazo: las acciones del mercado estadounidense, representadas por el índice S&P 500, y el oro. El Gráfico 1 muestra la evolución de ambos desde diciembre de 1979 hasta mayo de este año, con rendimientos acumulados de 5.382% para el S&P 500 y 542% para el oro. Cabe destacar que el índice bursátil ha acelerado su crecimiento desde 2011, mientras que el oro ha mostrado una tendencia alcista más marcada desde 2020, alcanzando máximos históricos consecutivos en los últimos dos años.
Grafico 1. Elaboración propia. Datos Bloomberg
Sin embargo, estos números no bastan para sacar una conclusión definitiva sobre cuál es la mejor inversión a largo plazo. Por ello, es importante examinar más a fondo las características de cada activo y sus perspectivas futuras.
Entendiendo el S&P500
El S&P 500 es un índice que agrupa las 500 empresas más representativas del mercado estadounidense. Su comportamiento suele considerarse un termómetro del desempeño general de la economía. Cuando el índice sube, se interpreta como una valorización del mercado; cuando baja, indica pérdida de valor.
La composición del índice se actualiza anualmente y refleja las tendencias económicas predominantes. En los años 50 y 60, cerca del 40% del índice correspondía a empresas industriales. En los años 70, con el embargo petrolero, las energéticas tomaron protagonismo. En los 90, el sector financiero alcanzó un peso del 20%, mientras que desde 2020, el sector tecnológico ha representado aproximadamente el 30% del índice. Esto significa que los resultados financieros, las noticias y los eventos que afectan a estos sectores influyen directamente en el comportamiento del S&P 500.
Existen dos enfoques comunes para invertir en acciones: la gestión activa y la gestión pasiva. En el primero, se seleccionan acciones específicas; en el segundo, se invierte en fondos que replican el comportamiento del índice, como los ETFs (Exchange Traded Funds). Para quienes opten por la gestión activa, es clave mantener actualizada la composición del portafolio de acuerdo con los cambios sectoriales y ponderaciones del índice.
El papel del oro en los mercados
El oro ha demostrado ser un activo relevante, especialmente en momentos de alta incertidumbre, como fue el caso durante la pandemia. Este metal tiene una naturaleza dual: es tanto un commodity utilizado en procesos industriales y joyería, como un activo refugio por su capacidad de conservar valor y ofrecer liquidez en tiempos de crisis, alta inflación o tensiones geopolíticas.
Esto se refleja claramente en el Gráfico 1. A principios de los años 80 —la última gran ola inflacionaria antes de 2021— el precio del oro se situaba en torno a los US$600 por onza. Posteriormente, volvió a repuntar en periodos de estrés financiero, como a finales de los 90 con la burbuja puntocom y luego con la crisis financiera de 2008.
Lo más destacado recientemente ha sido el comportamiento del oro tras la pandemia. Las tensiones geopolíticas (como la invasión rusa a Ucrania o el conflicto entre Israel y Hamás), junto con el aumento de la demanda por parte de bancos centrales para diversificar sus reservas, han impulsado su precio por encima de los US$3.000 por onza.
Existen tres formas principales de invertir en oro:
- Compra física (spot o a través de contratos de futuros).
- Participaciones en ETFs o fondos que replican su comportamiento.
- Acciones de compañías mineras, que suelen tener alta correlación con el precio del metal.
¿Oro o S&P500?
El Gráfico 2 compara la rentabilidad anual ajustada por inflación de ambos activos y simula una inversión inicial de US$1 en 1979. Aunque en ciertos periodos —como tras la burbuja puntocom— el oro superó temporalmente a las acciones, en los últimos tres años ambos activos han mantenido una tendencia alcista.
Grafico 2. Elaboración propia. Datos Bloomberg
Pero es en la magnitud de los rendimientos donde se encuentra la diferencia clave. Ajustada por inflación, una inversión de US$1 en el S&P 500 en 1979 valdría hoy US$13.193, mientras que en oro alcanzaría solo US$1.241. Esto demuestra que, como inversión de largo plazo, las acciones han superado ampliamente al oro. No obstante, el oro sigue siendo una herramienta valiosa dentro de una estrategia de diversificación, especialmente útil como cobertura ante inflación, crisis financieras o eventos geopolíticos, que parecen estar ocurriendo con mayor frecuencia.
En definitiva, tanto el oro como las acciones cumplen roles distintos dentro de una estrategia de inversión de largo plazo. Mientras que el S&P 500 ha demostrado una capacidad superior para generar valor sostenido en el tiempo, el oro aporta estabilidad y protección en contextos de alta incertidumbre. Por eso, más que elegir uno sobre el otro, la clave está en entender su complementariedad. Un portafolio bien estructurado debería asignar un peso mayor a las acciones por su potencial de crecimiento, sin dejar de incluir una proporción estratégica de oro como cobertura frente a riesgos sistémicos y eventos inesperados. La verdadera ventaja competitiva en el largo plazo no está solo en qué se invierte, sino en cómo se equilibra y gestiona el portafolio en su conjunto.
Informe elaborado por Gandini Análisis para Supra Brokers solo como contenido y en ningún caso se considera una recomendación de inversión.