Misiles, petróleo y poder: claves de la tensión Israel-Irán
Los conflictos en Medio Oriente suelen tener una percepción de tiempo diferente a la que se percibe en Occidente, ya que normalmente se habla de cientos de años de enemistad con guerras y enfrentamientos que se superponen, alimentados muchas veces por un componente religioso en una región que incluye el judaísmo, el islam —en sus dos grandes corrientes— y el cristianismo. Por lo tanto, el ataque del pasado 13 de junio de Israel a Irán, que desencadenó una serie de intercambios de misiles entre ambos países e involucró directamente a Estados Unidos, no es más que el episodio más reciente de una historia que empezó formalmente hace dos años, pero que llevaba gestándose mucho antes.
¿En qué consiste el conflicto?
Para este análisis, el punto de partida será el ataque perpetrado por Hamás contra varias poblaciones en Israel en octubre de 2023, ya que marcó el escalamiento del conflicto entre diferentes actores de la región, desembocando finalmente en ataques directos entre Israel e Irán.
Un antecedente importante en este contexto es que Irán llevaba varios años buscando ampliar su esfera de influencia geopolítica a través del apoyo a diferentes milicias de ideología religiosa, como Hamás en Palestina, Hezbolá en Líbano y los Hutíes en Yemen. Por esta razón, las acciones de estos grupos pueden visualizarse en la línea de tiempo del Gráfico 1, que muestra los hechos más relevantes del conflicto en los últimos dos años. Por otro lado, Israel ha sido uno de los aliados estratégicos más importantes de Estados Unidos en Medio Oriente, lo que ha exacerbado la enemistad con el régimen iraní, ya tensa desde el plano religioso.
Gráfico 1. Elaboración propia
Uno de los hechos relevantes a mencionar es que este conflicto ha incluido tanto ataques directos, como el intercambio de misiles entre Israel e Irán en junio pasado, como otros de menor escala —bombardeos e incursiones— que han provocado un alto costo en vidas humanas para todos los involucrados.
En términos militares, la invasión de Israel a la Franja de Gaza y la ofensiva en Líbano han afectado profundamente la infraestructura y capacidad operativa tanto de Hamás como de Hezbolá, lo que ha permitido a Israel liberar recursos para llevar el conflicto de forma más directa hacia Irán.
La capacidad de respuesta de Irán se ha debilitado tanto por ataques dirigidos contra miembros clave de su ejército como por la muerte del presidente Ebrahim Raisi en un accidente de Helicóptero en mayo de 2024, quien se perfilaba como posible sucesor del Ayatolá Alí Jamenei, líder supremo del país.
Finalmente, un hecho que ha marcado un giro en la dinámica regional fue el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en enero de este año, lo que derivó en ataques contra tres instalaciones nucleares en Irán y un frágil cese al fuego, aprovechando la coyuntura para presionar a un Irán debilitado a negociar un nuevo acuerdo nuclear.
La importancia estratégica del estrecho de Ormuz
Un elemento clave en este análisis es el factor geográfico, específicamente el estrecho de Ormuz. Se trata de un paso marítimo de entre 55 y 95 kilómetros de ancho, por donde transita aproximadamente el 20% del petróleo mundial, es decir, entre 17 y 18 millones de barriles diarios (mbd) procedentes de productores como Arabia Saudita, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait e Irán. Además, Irán controla 7 de las 8 islas ubicadas en la zona, lo que le otorga un importante alcance y capacidad de amenaza sobre el tráfico marítimo de crudo.
A pesar de esta situación, la reacción del precio del petróleo ha sido contraria a lo que se podría esperar: como se observa en el Gráfico 2, desde octubre de 2023 la tendencia ha sido estructuralmente decreciente, aunque con picos coyunturales en momentos de alta tensión. Al revisar las expectativas a través del mercado de futuros, se advierte que, aunque actualmente el Brent se negocia en torno a US$68 por barril, los precios para vencimientos posteriores se reducen hasta llegar a US$65.19 en agosto de 2026.
Grafico 2. Elaboración propia. Datos Investing y mapchart
Este comportamiento responde a varias fuerzas. En primer lugar, como ocurre en otros conflictos, una vez superado el momento de sorpresa inicial, el mercado descuenta los riesgos y los eventos asociados pierden peso en las decisiones de inversión.
En segundo lugar, la OPEP+, organización que agrupa a países productores de petróleo —incluidos los de Medio Oriente y aliados como Rusia—, ha seguido aumentando su producción en un contexto donde la demanda podría debilitarse si las tarifas arancelarias impuestas por Estados Unidos afectan negativamente su propia economía y la de socios comerciales como China.
Por último, de forma indirecta, Estados Unidos requiere mantener bajos los precios del petróleo para controlar la inflación de combustibles, especialmente ante los efectos potenciales que las políticas arancelarias podrían generar.
Por ahora, la expectativa es que el precio del petróleo se mantenga estable en un rango entre US$65 y US$70 por barril, impulsado por la combinación de factores antes mencionados. Sin embargo, es importante comprender que el conflicto entre Israel e Irán, junto con los intereses estratégicos de Estados Unidos y la reconfiguración de alianzas regionales, está redibujando el mapa geopolítico de Medio Oriente. Esta nueva dinámica no solo tendrá consecuencias para la estabilidad política de la región, sino que también podría alterar las percepciones de riesgo a nivel global y generar efectos de mayor alcance en los mercados de materias primas, energéticos y renta variable. Mantener un monitoreo constante de estos desarrollos será clave para anticipar posibles escenarios de volatilidad e impacto económico en los próximos meses.
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