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Si bien existen muchas teorías y enfoques a la hora de invertir hay algunos elementos básicos que es necesario tener siempre presentes. Es por eso que esta columna estará dedicada a entender un poco más sobre dichos elementos. Para poder iniciar este ejercicio se tomarán cuatro principios específicos y se irán elaborando más en profundidad: el perfil de riesgo, el objetivo y horizonte de tiempo, el conocimiento del activo y la diversificación.

Tener claras las implicancias de estos conceptos es el primer paso para articularlos en una estrategia de inversión que tenga en cuenta diferentes aspectos para ser lo más completa y ajustada al perfil específico del inversionista.

 

Perfil de riesgo

El perfil de riesgo de cada inversionista es básicamente la definición de ese nivel de riesgo con el cual se siente verdaderamente cómodo a la hora de invertir. Hay que recordar que toda inversión es un ejercicio basado en la relación del riesgo y el retorno. Así, entre más ganancia se quiera, también será necesario asumir posiciones con una mayor exposición de riesgo. Es por eso que el primer paso debe ser establecer ese nivel de tolerancia de la forma más precisa posible para evitar sorpresas ante los resultados de las decisiones de inversión.

Gráfico 1: Elaboración propia.

 

En términos generales, en finanzas se habla de tres clasificaciones de apetitos de riesgo: amante, averso y neutral. Sin embargo, dicho apetito no es necesariamente transversal, es decir, un mismo inversionista puede tener niveles diferentes de acuerdo al tipo de operación.

Por ejemplo, ser amante al riesgo con acciones, pero averso con criptomonedas. ¿A qué se debe esta tendencia? A diferentes variables que se conjugan en la forma en que se percibe el riesgo inherente a una inversión y que son principalmente las expuestas en el Gráfico 1 que se entrelazan para generar la estrategia adecuada.

 

Objetivo y horizonte de tiempo

El siguiente elemento a tener en cuenta a la hora de establecer la estrategia de inversión, es el factor del tiempo, es decir si es un horizonte de corto, mediano o largo plazo. Esto determinará qué tipo de activos serían los mejores para escoger y el apetito de riesgo asociado al plazo.

La forma más clara para determinar este plazo es establecer un objetivo de inversión lo más concreto posible, así el tiempo asociado a éste será igual de preciso. Por ejemplo, se tienen unos recursos para la compra de una casa, pero todavía está en planos y se terminará su construcción en seis meses. En este caso el mismo objetivo define el plazo, por lo que deberán buscarse inversiones que cumplan con ese horizonte de seis meses. Al final del día en este punto lo importante es hacerse las preguntas adecuadas ¿Para qué necesito el dinero? ¿Cuándo lo necesito disponible? ¿Qué riesgo puedo asumir de acuerdo a mi objetivo? Son algunos de los aspectos tener en cuenta.

 

Conocimiento del activo

Como se mencionó en el apartado de perfil de riesgo uno de sus determinantes es el conocimiento de los activos en los cuales se invierte. Por ejemplo, un inversionista con un profundo conocimiento en acciones que entiende las dinámicas asociadas a estos activos, probablemente se sienta inclinado a asumir un mayor nivel de riesgo en este mercado que en uno del cual no está familiarizado. Tanto el conocimiento del tipo de activo como de las dinámicas de sus mercados son componentes esenciales para poder crear y ajustar la estrategia de inversión para responder precisamente a esas fuerzas.

En este punto, no sólo es relevante conocer el activo, sino también entender el alcance del enfoque de inversión. Si se habla de gestión activa, que es cuando el inversionista toma todas las decisiones de elección y administración de los activos, el conocimiento del activo en particular es crucial. Mientras que en la gestión pasiva, donde se cede el control al gestor de un fondo que cumple con las características deseadas, ese conocimiento se lleva a un nuevo nivel, que es la selección de gestores y no sólo de activos.

 

Diversificación del riesgo

Un último elemento a tener en cuenta es la importancia de la diversificación del riesgo dentro de un esquema de inversión. Vale la pena recordar el viejo proverbio de “no poner todos los huevos en una misma canasta” que explica perfectamente este concepto.

Más específicamente la diversificación del riesgo parte del principio de no tener concentradas las posiciones en un activo, ya que puede verse afectado el resultado de toda la estrategia de inversión por la fluctuación del precio de un solo activo.

En general, al tener una estrategia con varios activos expuestos a diferentes fuentes de riesgo, el nivel total de riesgo se reduce ya que puede haber escenarios en los cuales el precio de un activo caiga mientras que otro aumenta. Específicamente, en términos de técnicas de diversificación de activos, lo ideal es localizar activos que tengan precisamente una correlación negativa, que sean de sectores diferentes e inclusive combinar diferentes clases de activos.

Detrás de todo este análisis es crucial enfatizar la necesidad del inversionista de ser completamente honesto consigo mismo en lo referente a su personalidad y forma de percibir el riesgo. Es en cierta forma una confesión: entre más preciso se es acerca de la forma de procesar la información, medir el riesgo y tomar decisiones, más acertado será en la estructuración de un esquema de inversión.

Dicho esto, también vale la pena recordar que los mercados tienen siempre formas de sorprendernos. Puede que se haya hecho todo este ejercicio de una forma juiciosa y aun así se den pérdidas, por lo que hay que estar preparados para todos los resultados posibles.

 

Informe elaborado por Gandini Análisis para Supra Brokers sólo como contenido y en ningún caso se considera una recomendación de inversión.

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